Despedida de la Patria
Lejos ¡ay! del sacro techo
Que mecer mi cuna vio,
Yo, infeliz proscrito, arrastro
Mi miseria y mi dolor.
Reclinado en la alta popa
Del bajel que huye veloz,
Nuestros montes irse miro
Alumbrados por el sol.
Adiós, patria! ¡Patria mía,
Aún no puedo odiarte; adiós!
A tu manto, cual un niño,
Me agarraba en mi aflicción;
Mas colérica tu mano
De mis manos lo arrancó;
Y en tu saña desoyendo
Mi sollozo y mi clamor,
Más allá del mar tu brazo
De gigante me lanzó.
¡Adiós, patria! ¡Patria mía,
Aún no puedo odiarte; adiós!
De hoy ya más, vagando triste
Por antípoda región,
Con mi llanto al pasajero
pediré el pan del dolor;
De una en otra puerta el golpe
Sonará de mi bastón,
¡Ay, en balde! ¿en tierra extraña
Quién conocerá mi voz?
¡Adiós, patria! ¡Patria mía,
Aún no puedo odiarte; adiós!
¡Ah, de ti sólo una tumba
Cada tarde la excavaba
Demandaba humilde yo!
Al postrer rayo del sol.
«¡Vé a pedirla al extranjero!»
Fue tu réplica feroz;
Y llenándola de piedras
Tu planta la destruyó.
Adiós, patria! ¡Patria mía,
Aún no puedo odiarte; adiós!
En un vaso un tierno ramo
Llevo de un naranjo en flor;
¡El perfume de la patria
Aún aspiro en su botón!
El mi huesa con su sombra
Cubrirá; y entonces yo
Dormiré mi último sueño
De sus hojas al rumor.
¡Adiós, patria!¡Patria mía,
Aún no puedo odiarte; adiós!
José Eusebio Caro (1817 - 1853)
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